¿QUIÉNES SOMOS?
Toda esta historia comienza con el transporte de harina, allá por los años 40, cuando mi abuelo empezaba su jornada laboral a las 2 de la mañana. Unos días con sueño, con ganas o sin ellas, otros con frío y algunos más con mucho calor acudía a las caballerizas donde tenía a sus preciados caballos que cuidaba como oro en paño; les colocaba los atalajes, y el resto de guarniciones para que los animales arrastrasen con comodidad el carruaje, y se preparaban para trabajar.
36km separaban el pueblo de la fábrica de harina; un recorrido que hoy podemos hacer en aproximadamente 43 minutos con coche, ¡mi abuelo tardaba 7 horas! Claro, a la velocidad de los caballos, despacio, poco a poco… ¡El ritmo de vida era muy diferente en aquella época! Todas las noches hacían el mismo trayecto, del pueblo a la fábrica de harina y a repartir a los hornos de las poblaciones cercanas, pues los horneros tenían que seguir amasando. ¡Yo creo que si los hubiese dejado, los animales podrían haber hecho ese camino solos!
En casa es famosa la historia de la gran nevada que pilló mi abuelo una noche cuando salía de la fábrica, sólo de pensarlo tiemblo de frío, ¡todo el camino de vuelta con nieve! Cuando llegó a las caballerizas mandó a decir a mi abuela que ya estaba en el pueblo. Ella preparó mantas y empezó a calentar agua, para tenerlo listo a la llegada de su marido. Puso agua en botellas de cristal para calentarle las manos, y en el barreño para que sumergiera los pies, lo necesario para que entrase en calor. Mi madre recuerda la escena y dice que no había suficientes mantas ni suficiente calor para que volviese en sí. ¡Qué manera de sufrir!
Dicen que detrás de un gran hombre hay siempre una gran mujer, en este caso mi abuela, como podéis ver, siempre pendiente de mi abuelo, de la casa, y por supuesto de sus hijos…
Para agradecerle todos los esfuerzos y detalles que su mujer tenía con él, la proveía de las mejores harinas, sin dejar que nunca le faltase nada. Mi abuela criaba gallinas en casa con mucho amor, y con los huevos que éstas le proporcionaban, deleitaba a toda la familia con una deliciosa comida y unos exquisitos postres; tenía una gran pasión por la cocina y la repostería.
Si bien es cierto que algunas veces las recetas no salían tal como se esperaba, pero ahí ya tiene que ver mi madre, que le gustaba jugar a mezclar harinas, y mi abuela lo descubría cuando empezaba a cocinar. ¡Mi madre ya hacía sus pequeños experimentos desde pequeña! Sin mi abuela saberlo, entre amor, aromas y sabores transmitió su pasión a mi madre, que sigue su buen hacer en la cocina.
Conservamos parte de la libreta con las recetas de mi abuela, esas recetas que tienen solera, algunas recetas sólo con ingredientes, el procedimiento hemos tenido que ir averiguando mediante pruebas, preguntando,..., las típicas recetas con... una cáscara de azúcar y dos de aceite, 2 papelitos de gaseosa, harina la que admita, la pasta ni muy dura ni muy blanda...los nombres de las recetas que hacían referencia a sus creadoras o quién se las había facilitado... Coca Vicentica, Recetas de la tía Paquita, Magdalenas de Paterna, rollitos de Torrente ... recetas expresadas en libras, céntimos o mijetes, que hemos tenido que ir actualizando.
Y como buena cocinera y repostera la abuela siempre tenía tiempo y ganas para deleitar a los suyos… las confituras y los pastelitos, las natillas, las pastas tradicionales de pascua, el pan de cada día, els rollets…
Mi madre siempre cuenta que la cocina de mi abuela era el sitio de reunión por excelencia, independientemente de la gente que hubiera, del día que fuese...al calor y al amor de los fogones de mi abuela, que era el de la casa. ¡Es algo que se repite en casa de mi madre, la cocina vuelve a ser el centro de reunión!
Para decidir el nombre de nuestra tienda le dimos muchas vueltas, que fuese sencillo de recordar, divertido en la medida de lo posible, y sobre todo que reflejase nuestra esencia.
Al principio en la tienda sólo teníamos los pastelitos, de boniato, de calabaza, de cabello y de naranja, aunque luego fuimos añadiendo otros dulces, y claro, los pastelitos era una receta que mi abuela hacía, una receta sencilla a la par que deliciosa, y que le enseñó a mi madre, que a su vez me enseñó a mí,... por ahí tenía que ir nuestro nombre.
Mi abuela y sus pasteles, ¿qué mejor nombre para nuestra tienda? ¿Qué mejor forma tenemos de homenajear a la mejor cocinera y repostera que tenemos de referencia? No teníamos ninguna duda, ahí radica el alma de la empresa, en la abuela, pues sin ella no tendríamos ningún sentido. Entenderéis la importancia que la figura de nuestra querida abuela estuviese presente, el hilo conductor, el eje central.
Nuestra pequeña empresa es familiar, y elaboramos los pastelitos y dulces de forma tradicional, siguiendo las recetas de la abuela; recetas que heredó de su madre y como os hemos contado se las transmitió a mi madre, y con las que hoy seguimos endulzando paladares.
Ahora estas delicias llegan a vuestros hogares, si queréis degustarlas y disfrutarlas. Adaptamos algunos de los ingredientes y os los ofrecemos también sin azúcar, y con las opciones veganas, productos hechos con amor y cariño al alcance de todo el mundo.
Esperamos, de que sean de vuestro agrado.